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¿Existe en tu vida una melodía que busca escapar del silencio? Este es el espacio apropiado para hacer música con eso que hace tanto ruido en tu mente y en tu corazón. Envía tu historia a [email protected], a través de un correo personal o directamente desde la página web. Indica tus nombres y apellidos o precisa tu anonimato. Incluye fotografías de manera opcional o deja que tu melodía cree su propia imagen.

Caminas lento con una sonrisa pintada entre los dientes, mientras el sol de verano se tiende mañoso sobre tu piel y la vida parece flotar apaciguada en un mar colmado de alegría y satisfacción. El alma lleva buena música y el corazón ha cerrado sus heridas o, al menos, ha dejado de sangrar.

Un día despiertas y te das cuenta de que no son los pájaros tempraneros lo primero que escuchaste o no es tu oído lo que realmente hace oír. Piensas y no sabes porqué al levantarte te pegaste con el borde de la cama, el reloj no sonó a tiempo y mamá ya no está para pararte a gritos media hora antes de que tengas que empezar el día.

No entiendes nada. No sabes si es tristeza o dolor, si es felicidad o incertidumbre. Sonríes por inercia, pero los ojos te piden llorar. Hablar con los demás es un protocolo insoportable que tal vez ayer parecía llenar tus vacíos. Comes sin apetito e insultas por placer, también por necesidad. Sufres solo. Estás viviendo.

Desearías no decírselo a nadie, pero en el fondo sabes que no hace bien callarlo.

¿Qué representamos? Somos la historia jocosa de un corazón inundado de contento, la carcajada reprimida de un cuento inusual. Somos las lágrimas que se secan en soledad y la pared testigo de nuestros sufrimientos. Somos el escape a la libertad de esa voz interior que nunca ha parado de hablar.

Somos melodías del silencio.

Cristian Arango