Golondrinas negras II

Golondrinas negras II
Fotografía por: TanteTati en Pixabay

Golondrinas negras II

Acabo de hablar con Daniel de mi crisis. No es dañina, pero muy reciente en mí. Ayer fue un día apagado, llovía lentamente, las gotas de agua bajaban con envidiable letargo por el cristal y mi alma eclipsada se alineaba con la incomprensible dualidad de la primavera. Escribí iluminado por la oscuridad de un cielo en el que imaginé volar golondrinas negras.

Hoy es un día luminoso, el sol despertó vivaracho esta mañana y los ánimos con él; de ayer solo queda la reminiscencia de un día sombrío y casi perdido. A veces, testarudo de lo evidente, niego que el clima vapula mis emociones, pero la verdad es que sí. Disfruto los días en que el sol se empeña en disfrazar la realidad y lo consigue. Es cierto, he esquivado desde muy temprano ese escritorio en el que juego al funámbulo sobre el borde de mis peripecias.

He releído lo que he escrito bajo la lluvia con el corazón tenue y no me siento conforme. De fondo tengo a Above & Beyond estimulando mis ganas de escribir, pero tengo miedo. Me aterra pensar que esa persona soy yo y siento que este día, en el que los pájaros no han parado de cantar, merece un mejor texto. O capaz no y solo he perdido el tiempo como ustedes, que han llegado hasta acá para leer 223 palabras llenas de nada.

Sin embargo, bajé al pasto para encontrar lira en el vaivén del viento, pero yo sigo retraído. Me excuso en el fino baile de las ramas de los árboles y en una que otra hormiga que se pasea por mis cicatrices; las dejo, las hormigas italianas parecen ser más amigables que las colombianas. Las nubes hoy están inmensas, rellenitas como un pastel de pasticceria, en cuál estará mi abuela, pienso.

Por momentos cavilo lo tonto que soy, son innumerables los escritos que tengo para publicar este día, el problema es que no quiero. ¿Cómo me siento? No sé. Codicio la idea de que es normal, tal vez mañana tenga algo que decir, pero hoy siento vacío. Un momento, por favor.

Sigo. Esta llamada lo confirma, fue genuina y estrepitosa. Justo pienso por qué no quiero escribir y la respuesta es simple. Recién colgué con mi tía, ella sigue enferma y él entubado en el hospital, parece que hoy lo desconectan. El viento se ha descolocado y las nubes se tornan grisáceas, imagino de nuevo golondrinas negras surcando este mar de acacias. Yo aún no digo nada, esta es la secuela de un escrito triste, total hoy no quería escribir. Vuelvo a mi escritorio.

Cristian Arango