Diosa de la belleza

Diosa de la belleza
Fotografía por: Cristian Arango

Diosa de la belleza

Es una ilusión apresurada la de tus besos y tu cuerpo que pavonean el ahora con el aroma de mi pasado y esa, amor, es la fragancia de la ausencia. Creo que es por eso de ser número nueve en una tradición extraña a mis creencias que me ata al sufrimiento y a la soledad de un ermitaño. Si me permites, ante la prontitud de tu abandono, juro que he renovado la manía y el capricho de mis cándidas acciones para no parecer tan Aries. Y tú, hija de Urano, has decidido huir, porque Afrodita, aun apasionada, también puede alcanzar la crueldad.

Entonces dejo a los astros mi suerte, recordando que un día llegaste de Venus en medio de un eclipse y aterrizaste en mi polo opuesto, porque un tipo consumido por el fuego, a veces, necesita un poco de aire. Quizá no merezca tanto como pienso y se refleja en tu realidad impregnada del yoísmo que debería ser mío, según tus convicciones. Por el contrario, menguo con la luna a la voluntad de esta orden de alejamiento que me separa de la constelación de pecas en tus hombros.

Eres víctima de mis fatalidades exageradas y yo un convicto de esta cárcel sin barrotes a la que he sido sentenciado por el brillo de tus pupilas. A de ser mancha que te mire con las mías, tan humanas y comunes, por eso acepto el fallo del presente que te invita a seguir el viaje, pues al final es perpetua mi condena y mi destino es perecer en el cetrino de tus ojos húmedos.

Qué importa que Marte sea mi domicilio si soy viajero entre galaxias y orbito el universo de tu alma, porque al fin y al cabo eres mi exilio y lo que yo más quiero. Tal vez me esperes a pesar del desespero y ojalá me encuentres si me pierdo, porque si me desespero es por esperarte y si me pierdo es por tanto buscarte.

Si te exalta, déjame caer en Saturno, aunque arda por el sol, ya que también soy vástago de un veintisiete en esta rueda polarizada en la que te veo del otro lado, hermosa y sinuosa. No creas en mi apatía, dulce diosa de la belleza, pues tus pasos son firmes en la arena de este mar en el que naciste y yo un guerrero dispuesto a luchar contra los pronósticos de tu horóscopo impreciso.

Cristian Arango