Persobras

Persobras
Fotografía por: Jacobo Jurado

Persobras

A veces cierro los ojos e imagino como sería mi existencia si pudiera vivir la vida de otra gente. Desde luego caminaría lento con el cansancio añoso de los pasos de mi abuela, visitaría a Dios cotidianamente con la fe de mi madre y lucharía obstinado con los sueños de mi hermana. Y un poco más ambicioso, concibo estar en la mirada, la voz y en las manos de tantos que “conozco”, pero jamás sabrán que existo aunque sus vidas hoy narren mi escrito.

Escribiría, por ejemplo, Veinte Poemas de Amor y una Canción Desesperada en El Monte y el Río que inspiraron a Pablo Neruda. Después, en otro tiempo, pedalearía la bicicleta de Giorgio Bassani en El Jardín de los Finzi-Contini. El Niño y el Canario me verían puesto el sombrero de Jorge Cafrune en cualquier parte, porque No Soy de Aquí ni Soy de Allá. Y en el caribe colombiano bebería junto a Alfredo Gutiérrez una botella de aguardiente, para luego trazar garabatos en El Diario de un Borracho.

Cien Años de Soledad soportaría buscando a Gabriel García Márquez con el propósito de Vivir Para Contarla cuando acabe La Siesta del Martes. En el medio, serviría El Vino de la Soledad a Irène Némirovsky en Auschwitz una tarde de Domingo. Y Pasaría Viviendo junto a Ignacio Fornés Olmo Un Día en Suburbia sin Nada ni Nadie y esquivando a la muerte, porque Los Zurdos Mueren Antes. O gritaría con Guido y su hijo trepados en un tanque “La Vida es Bella”, si Roberto Benigni lo hubiera salvado al final de la guerra.

Pintaría El Juicio Universal sobre el techo de mi habitación con el pincel de Miguel Ángel, mientras tomo unas birras con El David. También me aferraría a las orejas de Juan Román Riquelme para ver la cara de Macri mientras “crea” el Topo Gigio. Pero un poco antes, sería una célula viva en el puño izquierdo de Diego Armando Maradona, para que luego me llamen La Mano de Dios en el 86. Y hablaría de Amor con Isabel Allende, de Paula y Eva Luna.

Allá, en La Casa Junto al Río, hallaría Un Corazón en un Bote de Basura sin El Rastro de Elena Garro. Entonces se lo contaría a mamá A Susurros Suaves en La Isla, mientras se disipa el Humo de La Hoguera que dejó Rupatrupa bajo la Luna Roja. O le cantaría a Mi Querido Viejo con la voz de Vicente Fernández y entre lágrimas, porque Qué de Raro Tiene si Miraron Llorar a un Hombre. Y sería El Héroe Discreto en Las Mil Noches y una Noche o El Pez en el Agua por el que pasa El Barco de los Niños de Mario Vargas Llosa.

Diseñaría mi casa con las manos de Renato Bonelli después de hablar de Arquitectura y Restauro, bebiendo un café espresso en Venecia. Y taciturno miraría con Desdén al hombre Aunque me Duela el Alma, porque en tiempos de Helenita Vargas Yo Vi Llorar a Dios. Pero en los Días y Noches de Amor y de Guerra seré como Las Palabras Andantes de Eduardo Galeano que se emancipan en las Bocas del Tiempo. Así que Ódiame sin olvidar Nuestro Juramento, porque allá, en el Guayaquil de Julio Jaramillo, Te Esperaré Chica Linda con la Fatalidad de mis Reminiscencias Cuando Llora mi Guitarra.

Redactaría La Tregua entre Pedro y el Capitán en la máquina de escribir de Mario Benedetti, porque Credo que después de dos guerras mundiales se puede decir “Chau número tres”. Mas si existe una tercera, no podría bailar con Mi Diosa Humana, pero La llevaré en Mis Sueños hasta que Miguel Morales pueda  hallar La Verdad de tu Amor. Es decir, Por la Noche Volveré porque Tengo Un Trato, perder el Miedo a Volar bajo la Lluvia como María Rodríguez Garrido. Y al final quiero ser Una Sonrisa Para Recordar, porque Cuando Pienso en mi Muerte veo a Charles Bukowski sonriente en la puerta de un bar.

Podría ser el psicólogo del Arlequín Pensativo, para ayudar también a La Mujer que Llora y evitar así La Tragedia que no pudo Pablo Picasso. Y si llegara El Día Que me Quieras, desearía Volver Caminito a Mi Buenos Aires Querido en el avión de Carlos Gardel, pero si hoy sigues ausente solo déjame Anclado en París. Porque aunque sea Sor Juana Inés de la Cruz la décima musa, serías tú el Primer Sueño, sin sombras ni Enigmas. Y volaría alto como El Cóndor Herido Sin Saber Qué me Espera, bajo la mirada pícara de Diomedes Díaz, porque al fin y al cabo La Suerte Está Echada.

Afinaría la guitarra de Los Relicarios para brindar con El Arguardientero, porque Madre Solo Hay Una y jamás quisiera verla en un Cajón de Madera. En tal caso, jugaría con Los Títeres de la Cachiporra de Federico García Lorca, pero ya he sido títere del tiempo y mi vida sigue siendo una Comedia sin Título. O tal vez sí, e incitaría a todos a vivir Libres del Miedo y si me encierran en una cárcel birmana, hablaría de democracia con Aung San Suu Kyi. De tal modo, en El Nuevo Paraíso de los Tontos, dejaría de ser El Pibe que Arruinaba las Fotos y viviría con el síndrome de Hernán Casciari, porque A Veces Creo Que Soy Uruguayo.

Caminaría junto a Lucy Tejada por Jardines Prohibidos, Atados a tiempos de buenas cosechas como quisiera El Sembrador. Luego, En el Valle de las Sombras, me tomaría El Primer Trago con Tirone José Gonzáles, Uno por Ellas o porque Es Épico este Mundo de Piedra y Maquiavélico. Como también Yo Digo Que las Estrellas son Flores Nocturnas en un Sueño de una Noche de Verano pero, en ocasiones, como Silvio Rodríguez, Sueño con Serpientes que me hablan De la Ausencia y de Ti. Y Me Van a Tener Que Disculpar pero prefiero una trucha en Salento con Eduardo Sacheri que Un Verano Italiano, a menos que aparezca ella nuevamente retraída y con Una Sonrisa Exactamente Así.

Montaría a caballo en tierras de Aries Vigoth bajo la luz de un Lucerito Llanero, en busca del Amor Ideal o acercarme A paso Lento a mi Predestinación. Pero en otro lugar, Mi Barco Peregrino llegaría hasta Raúl Garcés, porque aunque Son Cosas Mías necesito un Consejo de Oro para aceptar estar Lejos de Ti. Es decir, aceptar también estar Lejos del Tambo y cerca de la Libertad donde me espera Luis Ángel Ramírez, en la Etapa Final donde se encuentra ese Viejo Farol. Entonces, crear mi propia Utopía o caminar sobre la de Wislawa Szymborska, en Paisajes con Grano de Arena y Sol.

Cerca de la muerte sonarían Las Campanas y yo buscaría a mi abuela Berenice para decirle que su vida no fue un cuento de terror, solo estaba equivocado Edgar Allan Poe. O sea, Esto es Historia en el Confesionario de Papel de El Soñador Elegido, escritos que advierten que La Soledad Comienza y se Muere la Escritura entre Xhelazz y vino. Aunque celebraría la vida de la ‘mita’ en una Eterna Parranda con Alberto Salcedo Ramos para morir en el mar y convertirnos en Botellas de Náufragos. Y sería El Fin del Viaje, un Lunes o Martes, en que las Olas me arrastren Al Faro y yazca bajo la mirada de Virginia Woolf.

Ha sido un sueño, uno muy bello. Lejos de la distopía y también de la realidad. Pero al abrir los ojos sonrío satisfecho, mi vida no es un mito y sigo siendo intérprete de esta descripción asistida, porque…

Escribiría 100 Frases Sobre los Márgenes En Todas las Lenguas, para Cantar y Coser con Sharif Fernández, antes del Exilio de mi Folio. Entonces si La Noche Cae quiero que sepan que Esto es lo que Soy y que a menudo, como Omar Silvestre Rico, mantengo Conversaciones con mi Ego. Pues en el fondo Soy y no Soy y suelo ser Incorregible, pero una mañana se acercó Domingo Antonio Edjang y me dijo “Hoy Será un Buen Día”, le creí y hoy Un Nuevo yo Despierta. Porque He Tenido un Sueño lleno de Contradicciones  y, a pesar de que Mamá me Dijo que Nada es Perfecto, yo prefiero seguir siendo Anónimo y, como Juan Fernando Prieto, continuar el Camino Solo.

Cristian Arango