A la memoria de un cubano

A la memoria de un cubano
Fotografía por: Silvia Vélez

A la memoria de un cubano

Nunca vi asentir tanto a Danni ante los argumentos de otra persona, mucho menos si se trata de temas políticos, de la izquierda que profesa y la revolución engendrada de su desobediencia. Yo escuchaba a Junior hablar de una película inspirada en hechos reales de su amada nación, Cuba. Íbamos acinados en un tren moderno que paseaba sus vagones en medio de pueblos viejos de Italia, que no se parecían en nada a la descripción detallada que, de forma casi sagrada, hacía Junior de su tierra. Esa mañana nos dimos cuenta, desayunando Sambuca, que no sería un día cualquiera y, ahora que lo pienso, tal vez fue el día más bello del verano para Junior, como lo fue para muchos de nosotros.

Era un poco más de las 8 a.m. y el diluvio etílico que auguraron los climatólogos durante la semana no se hizo esperar. Como tampoco el célebre inicio de Junior para cualquier conversación “cuando yo vivía en Cuba”, que ese día de junio rompió récord. Mirando tras las ventanas del tren con la voz de Junior de fondo hablando de su paso por el ejército, pensaba en que jamás había conocido a alguien con un amor tan profundo por su país como él. Lo recuerdo como el hijo más fiel de una patria compleja en la que el socialismo aún chapalea.

Percibía sus palabras como orgullo por el lugar que le dio la vida, pero en el fondo lo que escondía era una nostalgia arraigada que no se desprendía de sus huesos. Tras los ojos de Junior podía ver a Cuba como el paraíso, un lugar perfecto donde la comida era mejor que la italiana y el ron lagos incandescentes de económica ebriedad. Entonces sí, aquel día Capri no podría ser otra cosa para Junior más que una simple isla, un trámite cotidiano y habitual, aunque para nosotros significara el mejor día de nuestras vidas.

Recapitulo, un tipo que desabotonó su camisa cuando las orejas comenzaban a calentarse por el alcohol, que escapó de la borrachera aguda, aunque el resto se molestara y bailó la mejor salsa del mundo a su modo, será siempre de los míos.

A de saber Cuba que Junior fue su mejor hombre. A de saber Cuba que a pesar de que se jactara de no querer vivir en la isla, él nunca quiso irse. Y han de saber el resto que si Junior insistía tanto en hablar de su casa, es para que siempre lo recordemos.

Buen viaje, camarada.

Cristian Arango